Descripción
Que los japoneses tienen normas muy estrictas no es ninguna novedad. Lo que esta colegiala asiática no sabía era que su padrastro francés tiene las suyas, y una de ellas es creerse con derecho a iniciar sexualmente a la hija de su esposa. Para eso, lo primero que le ordenó fue que nunca le contara a su madre de las cosas que hacían juntos. Así, pudo desvirgarle el coño y el culo sin problemas, sin que su esposa lo supiera. Lo malo es que ahora la putita se está enamorando del padrastro, y se lo pasa provocándolo todo el tiempo para que vuelva a follársela.
Categorías